DIEGO ALBERTO BAROVERO

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1894-8 de julio-2014 Plaza Solís. Cumple 120 años la primera plaza de La Boca

Escribe Diego Barovero*


El 9 de julio de 1894 Buenos Aires se engalanó para celebrar un gran acontecimiento: la inauguración de la Avenida de Mayo.
Sin embargo, un día antes, el 8 de julio La Boca del Riachuelo vivió su propia fiesta. En la manzana delimitada por las calles Suárez, Santa Teresa (hoy Ministro Brin), Olavarría y 119 (hoy Sebastián Caboto) se inauguraba la Plaza Solís, denominación en homenaje al navegante que descubriera el Río de la Plata.
La gestión había sido iniciada por el vecino Santiago Ferro, que incluyeron unas décimas entonadas por el celebérrimo payador de las dos orillas del Río de la Plata Gabino Ezeiza en 1892 ante el intendente municipal Francisco Bollini, quien dispuso el inicio de la obras. Dos años más tarde su sucesor Federico Pinedo inauguraba la primera plaza del barrio de La Boca.
Desde aquella jornada la Plaza Solís fue hito y epicentro de numerosos y significativos acontecimientos y marco propicio para el prolífico desarrollo de las más variadas actividades humanas que siempre caracterizaron a la populosa barriada ribereña.
En 1895 en la esquina de Olavarría y Ministro Brin comenzó a funcionar el magnífico Mercado Solís. Y algunos años más tarde, el 3 de abril de 1905, un grupo de muchachos soñadores dio el puntapié para el nacimiento de una señera institución barrial con proyección internacional: el Club Atlético Boca Juniors.
El entorno de la Plaza Solís señala la proliferación de interesantes y variados ejemplos de las típicas casas boquenses de chapa y madera, que lucen aún orgullosas la policromía impulsada por Benito Quinquela Martín como hito característico del barrio.
Las celebraciones de Nochebuena y Año Nuevo trascendían los límites del espacio privado, ya que las mesas para la cena familiar se tendían generosas en las veredas o directamente en la calle o la mismísima plaza, como lugar de encuentro y festejo común. Diz que en aquellos primeros años del siglo XX el tango nacía, orillero, entre La Boca y Barracas. Y, originario de aquel reducto, brillaba entre otros el indeleble bandoneonista Juan Bautista “Bachicha” Deambroggio, a quien nada menos que Carlitos Gardel grabó en París su “Bandoneón arrabalero”. A pocas cuadras, en Suárez y Necochea esquina mitológica del tango, sonaban en sus cuatros esquinas los mágicos acordes de los jóvenes Eduardo Arolas, Agustín Bardi, Francisco Canaro, Genaro Espósito y Arturo Bernstein.
En la intersección de Suárez y Caboto, el 15 de enero de 1949 nació la Agrupación Humorística Los Nenes de Suárez y Caboto que hizo las delicias de los niños y los no tan niños en los populares y recordados carnavales boquenses.
En el N° 74 de Suárez vivió por muchos años el eminente pintor Miguel Diomede, ganador del Premio Palanza y académico de Bellas Artes.
La esquina noroeste de Suárez y Caboto es sede del tradicional café y restaurante (que se inició  en los años 30 como almacén y despacho de bebidas de la mano del matrimonio español compuesto por Manuel Pazios y María Servando) La Buena Medida, que desde 1972 regenteó don Angel “El Bebe” Schiavone, y actualmente su hijo Antonio -Tony para los amigos del barrio y habitués-. Ese local fue escenario de la filmación de dos singulares películas del cine nacional: “Los muchachos de mi barrio”, de 1970, dirigida por Enrique Carreras y protagonizada por Palito Ortega, Javier Portales, Juan Carlos Altavista y Evangelina Salazar; y “Un oso rojo”, de 2002, dirigida por Adrián Caetano y protagonizada por Julio Chávez, Soledad Villamil y René Lavand.
En los tiempos de actividad portuaria los altos de esa esquina fueron sede de un sindicato naval y luego  atellier de otro célebre pintor boquense, Manuel González Lázara, uno de los maestros fundadores de la Agrupación Gente de Arte y Letras Impulso.


*Junta Auténtica de Historia y Cultura de La Boca del Riachuelo.

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